Destino infructuoso. Relato.


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Destino infructuoso

Si algo le caracterizaba a aquel chico, era que era la broma. Le gustaba sacar una sonrisa a cada persona con la que trataba. Y ella, no iba a ser menos. 

La madre de ella la había apuntado a clases de Básquet y ella no podía apartar la vista de aquel chico aunque joven, mayor que ella.

Su sonrisa la cautivó desde el primer momento. El chico se limitaba a dar clase, y durante mucho tiempo les estuvo exigiendo al alumnado esfuerzo y constancia. 
Quizás para la edad que tenían, 10 vueltas a la mitad de la pista, fuera demasiado el primer día pero así lo exigía a los pequeños de entre 10 y 13 años. 

Jugaron varios partidos amistosos contra otros colegios. Para ella era todo un acontecimiento, porque su madre iba a verla a todos los partidos. Algunos los ganaban y otros no pero no fue hasta que jugaron los finales, cuando empezó a darse cuenta que quizás, podría dedicarse al baloncesto. Si ganaban en el partido decisivo, quizás jugaría con las mayores. ¿Quién sabe? 

Un día de entrenamiento en el que ella llegó tarde, el joven profesor la cogió a parte para saber qué había pasado. El chico, estuvo animando a la joven que estaba prendada por él pero que la trataba con respeto y nunca se atrevió hacer nada fuera de lo normal. Aunque ella sintiera que el mundo se paraba cuando hablaban, aunque su corazón se revolucionara cada vez que la miraba. Ella, no podía mas que resignarse al hecho de que era una niña para él y jamás la tomaría en serio. 

Llegó el día de los finales. Se lo jugaban todo a nada. Las contrincantes eran mas altas, mas corpulentas e intimidaban. El partido tuvo sus giros e incluso por unos momentos, pareció que iban a ganar el partido. Hubo caídas, riñas, exigencia al máximo, todos pusieron el cuerpo y alma a aquel partido. Su madre había ido a verla pero... El equipo rival, tuvo más suerte, además de jugar mejor. Perdieron el partido y ella no pudo sentir mas tristeza que la de no haber conseguido algo que se propuso. Lloró. Lloro muchísimo, pero su entrenador la consoló todo lo bien que supo asegurando que había dado todo de ella. No fue suficiente. Su madre intentó animarla pero no surtió efecto. Su madre, pensó que con el tiempo, lo olvidaría. 

Con la llegada del último partido, se acabaron las clases de baloncesto en el colegio y pasaría a secundaria. 
El joven profesor, recomendó a ella y otro chico para que entrenaran en otro colegio pero ese sería el final de un curso en el que no volvería a ver a su amado profesor.

Paso el tiempo y ella ya no era la niña de 12 años que jugaba a básquet. Ahora tenía 20 años y trabajaba en una gestoría como administrativa. Ella, se encontró con un viejo amigo del instituto y se fueron a tomar algo para rememorar viejos tiempos. A lo lejos una figura se acercaba. Unos andares muy característicos le hicieron fijarse más detenidamente y cuando ya estuvo cerca le dijo:

                  -¿Es que no me no me reconoces?-Dijo con una sonrisa de oreja a oreja. 

Ella se quedó mirándolo de arriba abajo y solo veía a un hombre con barriga, una camiseta y pantalones anchos. Hasta que cayó en la cuenta, por su forma de hablar de quien era. 

¡Era su profesor de baloncesto!

Él le pidió su número de teléfono y acordaron en verse. 
Ella no pensó ni tan siquiera, que él la pudiera llamar o escribir.

Un día en casa, le llego un mensaje de texto y era su profesor de básquet. Estuvieron hablando durante un rato y quedaron en verse. Él la pasaría a recoger en coche y así fue. 

Ella estaba nerviosa. Se puso una falda vaquera y una camiseta rosa.

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Cuando se encontraron, el condujo varios kilómetros para llegar a la capital. Pasearon por Barcelona y fueron a bailar y en una noche de copas se confesaron que de siempre se gustaron pero esta vez el destino respondió preguntas. Quizás el azar, no hizo que cupido cumpliera su cometido. Tanto es así, que esa niña de doces años, de la que os he hablado aun con todo, se llevó un buen recuerdo de todo esto y lo sé porque esa niña, era yo.



Comentarios

  1. Hola Keren.

    Los juegos del destino y nunca mejor dicho con baloncesto incluido.
    Muchas veces me planteo, si las casualidades existen o el destino es algo inevitable.
    Bueno a veces también me pregunto el número de Lotería de Navidad y no acierto nunca :-)
    Magnifico texto, un placer pasar por tu blog, un abrazo!!

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  2. Es una bonita historia para recordar y llevo buenos sentimirntos.

    Fíjate tú por donde que yo sueño con los números ahora no se yo si atino con los premiados jaja!
    Gracias por pasarte , nos vemos en el siguiente.

    Saludos!

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